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Castaño

13 March 2024

Introducción

Antes de descubrir cómo cultivar nuestra fortaleza en Dios y cuidarnos de nuestro propio ego, te invito a hacerte las siguientes preguntas:

  • ¿Será que yo puedo servir a Dios? ¿Será que yo puedo adorar a Dios? ¿Será que yo puedo ministrar, orar y adorar? Pero en mi humanidad carnal.

  • Nuestra tendencia a justificarnos a nosotros mismos y a sentirnos demasiado satisfechos con nuestras acciones.... ¿Eso será normal?

  • ¿Será que nuestra humanidad carnal será solo produce cosas buenas o cosas malas o ambas?

  • ¿Será que los cargos que yo he ocupado los he logrado usando las estrategias humanas, o viene todo de parte del espíritu de Dios?

  • Se que no soy idólatra pero a pesar de ello, ¿A veces temo que puedo levantar un altar a un dios que se llama Ego?

La Palabra de Dios

Lo invito a que abra su biblia en este hermoso pasaje en el que Pablo reflexiona alrededor de este tema, en Filipenses Capítulo 3 Verso 3 al 9:

Muchas veces en nuestro día a día podemos estar diciendo frases como las siguientes:

  • Yo edifiqué, yo hice, yo oré, yo gané

  • Yo fui, yo gestione, yo logré, yo presidí

  • Yo estuve, yo decidí, yo vi, yo dije, yo propuse, yo establecí

  • Yo lo sé, yo lo tengo, yo lo conozco, yo tengo experiencia

  • Yo soy experto, yo soy suficiente y Yo, yo, yo y yo

Muchas veces ese "Yo" ocupa tanto espacio en nuestras vidas que terminamos desplazando al Espíritu Santo que ha dejado con nosotros, nuestro señor Jesucristo. Sabemos que corporalmente debemos deshacernos de todos nuestros pecados, que debemos dejar a un lado cualquier acto corrupto. Pero del mismo modo, el creyente también debe rechazar las obras de su humanidad porque ellas ante Dios no son menos corruptas que las del cuerpo; Es decir, mi humanidad no solo afecta mi cuerpo, también afecta mi alma. Porque las obras en nuestra humanidad, en nuestra carne, son de dos clases, injustas y justas. Ya todos conocemos aquellas que son injustas y que pueden provenir de nuestras bajas pasiones humanas. Hablemos mas bien de aquellas que podemos considerar como justas.

Nuestra carne puede generar auto-justicia y auto-exaltación, pues no solamente es vil también puede ser noble. Hasta tu humildad se te puede convertir en tu peor orgullo. Cuando uno hace tanta alusión a la humildad y a la sencillez estamos acudiendo a una obra buena de la carne. Por ejemplo cuando usted se propone metas que son buenas pero no busca depender del Espíritu Santo, en este caso estamos cayendo también en una obra buena de la carne.

Lo peor que podemos hacer es ignorar ese lado flaco y débil que todos tenemos. Nuestra alma o mejor dicho nuestra humanidad está entre el espíritu que viene de Dios y tu propio cuerpo. Usted puede llegar al cargo más alto que haya soñado, a ser el más grande entre los grandes; Pero recuerde su humanidad siempre va a ir con usted a donde vaya y ese es su peor enemigo y su más grande rival. Pues la carne no sólo carece de espíritu sino que además se opone al espíritu. La biblia dice porque el deseo de la carne es contra el espíritu. Eso significa que cualquier cosa que un hombre haga, aunque sea buena pero provenga de la carne siempre será contra el espíritu. Son dos leyes antagónicas como los dos rieles de un ferrocarril. Nunca se van a encontrar, lo que es de la carne va por un lado y lo que es del espíritu va por otro lado.

Porque la carne es enemiga del espíritu santo no solo cuando peca contra Dios sino también cuando busca servirle y complacerle ya que todo lo que se hace se basa en sus propios esfuerzos, en lugar de ser guiada exclusivamente por el Espíritu Santo y dependiendo por completo de la gracia de Dios. Que Dios nos guarde de aquel día que usted como cristiano o como pastor, o incluso la iglesia a la que asiste como organización empiecen a depender de la carne; Eso automáticamente nos alejará de Dios y alejará al espíritu santo.

¿Cuál fue el problema de los fariseos?

¿Ustedes creen que los fariseos eran malos?, para nada. el problema era que ellos se ufanaban de lo que eran, se enorgullecían de sí mismos; No cabe duda que ellos posiblemente habían derribado altares a dioses paganos, pero dejaron un altar vivo y el Dios que estaba en ese altar era su propio yo, su ego. Ellos no le daban espacio a Dios porque su ego era tan grande que había desplazado la justicia de Dios.

Muchas veces hemos criticado a Israel; En la conquista de Canaán a Josué se le recriminó hoy a sus contemporáneos porque dejaron en el territorio a algunos enemigos le perdonaron la vida a algunos pueblos. A la gran mayoría los sacaron pero dejaron en el territorio a unos pocos y esos pocos que ellos dejaron se le convirtieron en el azote terrible a futuro.

Muchas veces nosotros incurrimos en el mismo error de Josué sacamos todos los pecados visibles pero dejamos uno aquí adentro que se llama el yo, el ego; Eso que me produce un altar en donde yo todos los días adoro mi propio ego. Debemos decir todos los días como dijo Pablo. Todos los días muero, todos los días muero, todos los días debemos recordar cuál es nuestra debilidad. Uno todos los días debe reconocerse conozco y saber lo frágil que somos. Y cuando se vuelve así, entonces se convierte en fuerte. Que diga el débil, fuerte soy porque el poder de Dios se perfecciona en la debilidad. Hay de los hombres fuertes, esos tan fuertes, esos intocables, esos que se creyeron inmunes se volvieron tan fuertes y tan poderosos que un día su propio yo los destruyó y ya no están aquí.

Bienvenidos los débiles

Aquí nosotros los que creemos en Jesucristo reconocemos nuestra debilidad para que Cristo sea exaltado, a su nombre sea la gloria. Es triste cuando cuando podemos reconocer a hombres como Saúl, empezaron en el espíritu y terminaron en la carne; Ayer cuando empezaban se les veía esa dependencia absoluta de Dios no movían un solo dedo sin que Dios lo aprobara, toda a su vida, sus actos, sus acciones, su comportamiento estaban regidos por el espíritu de Dios. Pero de un momento a otro se han venido haciendo grandes, se han vuelto grandes y ya su grandeza ha hecho que ya no dependan del Espíritu Santo. Ahora se reconocen sabios, son expertos, son capaces, son inteligentes y tienen talento. Ya no necesitan al Espíritu Santo porque ellos ya lograron lo que querían. Pablo dijo a los gálatas habiendo comenzado por el espíritu, ahora os perfeccionáis por la carne.

Debemos estar alertas que poco a poco podemos ir adquiriendo unos vicios que nos van alejando del programa de Dios. Nos vamos volviendo tan profesionales, tan seculares, tan técnicos que nos vamos volviendo estrategas administrativos y esas estrategias técnicas, habilidades o destrezas si no están bajo el rigor del Espíritu Santo se nos convierten en armas letales para la destrucción de grandes hombres. Es bienvenido todo lo que podamos contribuir a la obra de nuestro Señor Jesucristo pero por sobre todo que el Espíritu de Dios sea el que todo lo controle. Lo que Dios quiere es que tú y yo nos mantengamos de rodillas esperando su dirección, que tú no hagas nada así tengas experiencia, que no muevas un solo dedo, que no actúes tú; Antes de hacerlo consulta con Dios.

A veces nos gastamos tanto tiempo planeando estrategias, diseñando programas, haciendo cronogramas, organizando eventos; Que bueno que todo ese tiempo que ocupamos en esto lo usáramos estando orando de rodillas, sería más productivo muchas veces; Porque si Jehová no edifica la casa en vano trabajan los edificadores; Si Jehová no cuida la ciudad en vano vela la guardia. Así que si tú te revientas donde te congregas por hacerlo todo, estás equivocado, tú no lo hagas deja que el Espíritu Santo lo haga él lo hará perfecto en su momento; No te apoyes en tu propia prudencia deja que Dios obre.

Huyamos de aquellos lugares donde hayan predicadores que se vanaglorian de sí mismos diciendo:

  • Yo fui, yo hice, yo experimenté

  • Yo sé, yo conozco, yo tuve

Por favor ellos deben hacerse a un lado de ahí para que el Espíritu Santo aparezca y para que la gloria se la lleve Dios.

El apóstol Pablo tenía más que gloriarse en la carne que todos nosotros juntos. Sin embargo no lo hizo, él dijo ciertamente no me conviene gloriarme

Oremos

Digamos juntos señor Jesus digno eres, de recibir la gloria y la honra y el poder porque tu creaste todas las cosas y por tu voluntad existen y fueron creadas Yo no quiero ser grande, no quiero ser fuerte. Yo quiero ser débil, quiero que mi nombre no aparezca en ningún lado, solo en el cielo. Quiero que tu nombre sea glorificado, cómo agarro mi corona y la tiro a tus pies, mi ministerio, mis dones, mi fortaleza, mis habilidades para que tu nombre sea exaltado, para que tu nombre sea glorificado.

Aleluya, solo para ti la gloria. Solo para ti la honra. Solo para ti la alabanza.Solo para ti la adoración de tu pueblo.Oh Señor ayúdame a no enorgullecerme de la carne. A no confiar en mi carne.A entender que toda mi vida depende de ti; En el nombre Jesus Amen.